Una hermosa metáfora de la vida en pareja, no solo en
matrimonio, sino de cómo nos proyectamos y buscamos por un y otro medio el
ideal del amor que nos han impuesto, que no existe y que al buscarlo terminamos
destruyendo todo lo que queríamos crear. Un maravilloso momento de reflexión y
de emoción.
Una mujer sola en un espacio casi irreal de comienzo a todo
y nos confiesa de a poco las historias de Juan y Beatriz, dos personas que se
unen, por distintos motivos, en la búsqueda de algo que nunca han tenido, para
darse cuenta de que lo que han buscado no siempre se encuentra y que, como lo
dicen en la obra, no se puede buscar algo que no se conoce. Ponemos toda
nuestra atención en la relación de esta pareja, que pasa toda la obra
midiéndose, probándose y confesándose lo que lo hace muy atractivo, ya que la
novedad aparece en cada momento y no deja que una anécdota tan simple como dos
personas en una habitación, decaiga o se torne monótona. Así la historia va
siguiendo su curso, de una forma tan natural y particular a la vez que da la sensación
de que no hay forma de que las cosas desarrollen de otra manera, de que es
inevitable lo que les depara el destino, como también nos hace cuestionarnos el
nuestro.