¿Quien no se ha propuesto eso en Marzo?
Pero muchas veces
nos quedamos en las intenciones y para que nos engañamos, la mayoría de las
veces es por falta de voluntad.

Primero: Culpa por no ser de los que va al teatro, ese
selecto grupo de personas que dedica su tiempo a cultivarse y rozarse con el arte,
nos da lastima no poder presenciar los espectáculos que ofrece la cartelera, ya
sea para disfrutarlos o para odiarlos, así podríamos destruir esa obra
artística con fundamento, pero resulta que cuando me preguntan mi opinión debo
contestar inapelablemente “no la vi”,
quedando siempre con la sensación de la clásica chapa de “te falta mundo, mijito”. Bueno esto ultimo puede que no, pero sin
duda algo nos remuerde el perdernos de la “movidars culturalrs”.
Segundo: Envidia poco sana de poder ser de los que sale de
casa y no se queda viendo la tele, de los que se codean con gente que no
conocen y ríen junto a ellos en la intimidad de una sala oscura, de los que al
salir de un espectáculos salen renovados y con ganas de seguir sintiendo esa
sensación. Queremos ser de los que tienen un panorama distinto y mejor que ir
al masticado e impersonal cine o a los bares de siempre, sin contar con el “Estoy Cansado”
Envidia sobre todo de tener la fuerza de voluntad de pararse,
agarrar la mala cara y tomar el riesgo de irse al teatro.

Dos: Salir de la casa es más fácil de lo que piensa. La
rutina diaria nos mete a golpes en una botella de hijos, amigos, cumpleaños,
matrimonios, trabajo, televisión, cine y todo esta dispuesto para que el teatro
sea la ultima opción de entretención. El
Teatro puede ser un momento de paz en nos olvidemos de todo ese largo listado
de cosas y nos conectemos con otras personas, viviendo en conjunto una variada
gama de emociones, transformándonos en protagonistas de un momento que no se
volverá a repetir jamás. Lo cierto es que tenemos que salir de la botella
primero, pero una vez que logramos salir, el gollete se hace cada vez más
amplio, nuestras prioridades van cambiando y nosotros también. Por que al igual
que al andar en bicicleta, ir al teatro es un riesgo en un principio, nunca se sabe como va a resultar, pero una
vez que empezamos a andar y logramos acomodarnos arriba, incluso a pasarlo
bien, los baches llegan a ser parte de la aventura y del aprendizaje, los
sorteamos con mejor pericia e incluso los buscamos para hacer alguna maroma,
espero se entienda la comparación.

Los esperamos en las salas de teatro, infórmese aquí de lo
que vemos y de lo que nos cuentan, ojalá sea una colaboración para que rompa la
botella y salga de su casa.
Vamos a llenar las salas!!!
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